Localidad situada en el extremo oriental del valle, en la margen derecha del embalse del Sobrón justo a las puertas del desfiladero del mismo nombre.

Para acceder a la misma desde la carretera BU-530 hay que cruzar un largo puente de construcción contemporánea.  

Su nombre hace referencia a la abundancia de toba en los montes que le rodean.

Mencionada en el Becerro de las Behetrías, esta localidad se vio en gran parte mermada por la construcción del embalse, que anegó la zona norte del mismo que se encontraba a un nivel inferior, restando actualmente escasas edificaciones que se disponen a lo largo de la carretera y varias dispersas junto a un camino que sigue dirección SO.

La iglesia, dedicada a Nuestra Señora del Rosario, es alargada y estrecha, con sucesivos arcos apuntados y de medio punto, que manifiestan diversas ampliaciones en sentido longitudinal. Permanece aún un gran paredón de la ermita dedicada a San Sebastián. Empotrada en la fábrica del muro sur se localiza un fragmento de estela romana que no conserva la zona central de la decoración, observándose parte de la inscripción inferior.

Las construcciones del casco urbano son en su mayoría de época contemporánea, quedando varias con fábrica de mampostería que presentan reformas y encalados en sus muros.
Lo más destacable de esta localidad es el entorno natural, al estar enclavada junto al desfiladero del Sobrón y a los pies de los Montes Obarenes, en el sector situado al N del pico Flor (cota 1338), existiendo una densa vegetación de bosque y matorral, con numerosas variedades, destacando entre el sotobosque la presencia de boj.